Fracasos y éxitos
El otro día leí un artículo muy interesante de Rosa Montero en el que contaba lo siguiente: “Y el pasado mes de julio, unos experimentos del Massachusetts Institute of Technology, el celebérrimo MIT de Estados Unidos, mostraron que en las células del cerebro se producen ciertos cambios neuronales después de los aciertos, pero no después de los errores. O lo que es lo mismo: que se aprende de los logros, pero no de los fracasos, como decían los de la Harvard School.”
Esto me ha hecho pensar acerca de lo que meditamos sobre nuestros fracasos y de nuestros éxitos. Es tan importante analizar los fallos como los triunfos para averiguar lo que debemos mejorar y lo que debemos seguir realizando del mismo modo y así aprender de ellos.
No es lo mismo atribuir nuestro fracaso a la falta de esfuerzo que a nuestra incapacidad, ni nuestros logros a causas externas que a factores internos. Las razones causales que atribuyamos a nuestros resultados influirán definitivamente en el establecimiento de nuestras futuras metas pues tienen consecuencias psicológicas a nivel emocional, cognitivo y motivacional. Es por ello muy importante una correcta atribución de nuestros éxitos y fracasos pues influye en nuestro futuro aprendizaje y también en nuestra autoestima, nuestra autoconfíanza, nuestra motivación y en el concepto que nos formamos de nosotros mismos. Una atribución no real de nuestros resultados puede conducirnos a crear unas expectativas negativas, evitando siempre el fracaso en lugar de buscar el éxito, o unas falsas expectativas positivas.
Si un estudiante atribuye sus dificultades en Física a su baja capacidad para las Matemáticas (una causa que se percibe como interna, estable y no controlable), su actuación futura será obviamente distinta de la de otro que las atribuya a su falta de esfuerzo (una causa interna, variable y controlable). Además, las reacciones emocionales frente al éxito y el fracaso serán distintas en cada caso”.
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